La cultura del esfuerzo, como trasmitirla

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En los entornos educativos se habla mucho sobre el esfuerzo, que a menudo se interpreta en términos de trabajo intelectual. Esta interpretación es en cierta medida muy importante, ya que el esfuerzo desempeña un papel más vital que el simple éxito académico. Es un factor clave para alcanzar la madurez como persona.

¿Cómo podemos enseñar, o mejor dicho, transmitir a nuestros hijos el valor de esfuerzo?

En un principio que podríamos pensar, por el esfuerzo, que debería aprenderse como una materia, especialmente en los años de escuela secundaria. Sin embargo, el lugar fundamental para este aprendizaje importante es el seno de la familia. Todas las virtudes necesarias para lograr el éxito en la vida (realizarse profesionalmente, a partir de una familia, forjar amistades duraderas,…) se pueden desarrollar en un ambiente de afecto con las demandas de la vida familiar de cada niño.

En casa es que los niños aprenden la importancia del esfuerzo y qué sentido tiene. Si les enseñamos a luchar en las pequeñas cosas, serán capaces de enfrentar retos cada vez mayores. «Lo importante es hacer lo que hagas, queriendo». De esta manera, el niño estará controlando su impulsividad e impaciencia.

Debemos darles objetivos realistas, que deben ser apropiados para cada edad y carácter, sin subestimar al niño y no exigirles cosas imposibles. Como padres, el ejemplo que podemos darles es esencial. A los niños, ayudarlos a tener en cuenta, que no se quejen tanto, asumir sus propios errores, pero también aceptar lo inesperado sin perder la calma.

Debe insistir en el lado positivo del esfuerzo: los costos, ya sea, ganar algo, pero entonces la persona se siente más plena en la realización y la vida es mejor para ella.

¿Hasta qué punto llega a ser importante el esfuerzo?

En la formación del carácter, afecta tanto la herencia genética, como la educación, sin embargo en diferentes proporciones, dependiendo de los diferentes ambientes en los que se desarrolla el carácter. Bajo físico como, por ejemplo, en la práctica de un deporte, herencia genética puede alcanzar el 80%, mientras que, en lo referente a la educación, se reduce al 20%. Esto significa que si no nacemos especialmente dotados para los deportes, el esfuerzo que se haga en alcanzar una meta será mucho mas difícil; Sin embargo, se le debe dar apoyo siempre, para evitar la frustración.

Dentro de intelectual, ambos factores citados son aproximadamente 50%, lo que aumenta la importancia de la educación en este campo: así, un talento promedio tendrá éxito si debidamente procesados pero será condenado al fracaso, en caso contrario.

Finalmente, en el contexto de la voluntad, la herencia genética pesa 20% y la educación, el 80%. En este terreno, la prioridad es la educación, no los genes, que significa una señal positiva al optimismo con respecto a la responsabilidad: No, es que el niño ha heredado «el temperamento de su abuela» o se muestra «indolente como su tío»: será lo que ayudamos a que sea, y no lo han recibido genéticamente.

Teniendo en cuenta que este tercer factor es más importante en la vida de una persona, lo que está en juego es la felicidad de nuestros hijos.

La educación de hábitos comienza cuando el niño nace. Por supuesto, los primeros meses son, sobre todo, para ofrecer su crecimiento, rodeaban con afecto y, poco a poco, ayudar a que sepa cosas básicas como su  higiene y alimentos, formarán parte de su vida diaria, mucho antes de que ellos pueden hacer uso de razón.

Entre seis y doce años, se produce el período sensible de la educación de hábitos adecuados, por ejemplo de laboriosidad, responsabilidad, etc.

Aunque puedo ver cómo indefensos seres o demasiado pequeño, nosotros, los padres, tenemos que darnos cuenta que la cuestión no es evitar el menor sufrimiento, sino que les proporcionemos las estrategias que ayuden a enfrentar las dificultades que se reunirán delante de nosotros