Astenia otoñal en los niños

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A todos nos afecta la llegada del otoño, nos sentimos más cansados, aletargados, sin ánimo e incluso más tristes o depresivos.
Lo llamamos astenia otoñal y no es más que la adaptación de nuestros organismos al nuevo cambio de estación con temperaturas más bajas y menos horas de luz solar, todo ello, sumado a nuestros habituales ritmos de vida frenéticos dadas nuestras obligaciones o rutinas.

Si a ello añadimos que, en algunos países, como el caso de España, es en este momento cuando atrasamos nuestros relojes una hora el cambio se agudiza aún más.

Tras la llegada de la primera crisis del petróleo, en algunos países europeos se tomó la decisión de atrasar el reloj una hora en invierno y adelantarlo una hora en verano, con el fin de poder hacer un mejor aprovechamiento de la luz solar y, de esta manera, consumir menos energía eléctrica en iluminación.

Desde entonces en nuestro país seguimos manteniendo esta normativa para poder conseguir un mayor aprovechamiento energético.

Estos cambios nos afectan las personas adultas, pero, ¿afecta de igual manera los más pequeños de la casa?

Evidentemente, sí, el reloj biológico de los niños también se ve alterado en esta época del año y se pueden sentir más apáticos, irritables e incluso sufrir una falta de apetito.

Puede parecer que una hora tampoco sea una alteración tan grande como para afectar de esta manera, pero sin duda que lo es.
Implica un cambio no sólo de horas de descanso, sino también supone una variación en las funciones de nuestro organismo que, aunque sutiles, también nos afectan.

Además, los bebés y niños rigen sus horarios por rutinas y cualquier variación en ellas puede derivarles una sensación de caos y descontrol que puede afectarles en su rendimiento en el día a día y en alteraciones al dormir.

Afortunadamente, los síntomas suelen desaparecer en pocos días (de 3 a 5 como media). Mientras tanto, lo que tenemos que intentar hacer es reforzar sus hábitos de rutinas, horarios y seguir siempre una alimentación saludable con sus correspondientes momentos de descanso y sueño.

Hay que pensar que es una situación pasajera, en la que en cuestión de pocos días tanto nosotros como los más pequeños nos iremos adaptando a la nueva estación y al cambio horario con energías renovadas, habituándonos y cogiendo el ritmo a las nuevas rutinas.

(Fuentes: www.desarrolloinfantil.net)