Bebés y mascotas
La llegada de un bebé no significa para nada que nos tengamos que olvidar de nuestra mascota. La relación que pueda tener el bebé con nuestro gato o perro puede ser muy beneficiosa, pero es cierto que debemos tener ciertas precauciones para que todo vaya bien.
Revisión de nuestra mascota
Nuestra mascota tiene que tener su cartilla de vacunaciones en regla y estar desparasitada antes de la llegada del bebé al hogar.
Celos
Los animales se pueden sentir desplazados y pueden llegar a sentir celos si cambiamos nuestra actitud hacia ellos.
Si nuestro perro o gato, por ejemplo, duerme habitualmente en nuestra habitación y pretendemos que ahora duerma en otro lugar, debemos ir habituándolo antes de que llegue el bebé.
Es normal que ahora la madre no pueda pasar el mismo tiempo con la mascota, pero entre todos los miembros de la familia se deberá atender a la mascota y sus necesidades.
Aceptación
Debemos dejar que el bebé y el gato o perro se conozcan, siempre que estemos presentes y con precaución, debemos dejar que nuestra mascota se acerque al bebé y le olisquee…es normal que sienta curiosidad hacia el nuevo miembro de la familia.
Si no observamos que nuestro perro o gato de entrada no acepta al bebé, debemos dejarle su espacio y tiempo para que acepte la situación y tener cuidado con cualquier reacción arisca que pueda tener. Una vez pasados los primeros días, el animal se irá adaptando a la situación.
Higiene
Si tenemos mascota, debemos tener más cuidado con la higiene de nuestro hogar, sobre todo cuando el bebé comience a gatear debe moverse en todo momento por un entorno que esté limpio para evitar cualquier tipo de problema.
También debemos tener localizados los juguetes u objetos del animal para que el bebé no los coja y también evitar que pueda acceder donde el perro o gato tenga su comida o agua (en el caso de los gatos, tener especial cuidado con que no se acerque donde el animal tenga su caja de arena).
Respeto
Desde el principio tenemos que poner ciertos límites, por ejemplo, cuando el bebé ya comienza a gatear, es normal que persiga al animal e incluso lo acorrale, está explorando su entorno. Pero, dependiendo de cómo sea el temperamento de nuestra mascota, puede sentirse invadido y tener una reacción agresiva y pueda llegar a morder o arañar, debemos evitar estas situaciones.
Debemos fomentar el respeto entre ambos, también hay que enseñarle al bebé que hay que cuidar al perro o gato y no hay que hacerle daño.
Beneficios
Que haya una mascota en el entorno del bebé hace que crezca en un entorno con valores muy positivos como el cuidado, la amistad y la compañía.
Los vínculos afectivos que el pequeño desarrolla con el animal son muy beneficiosos para ambos. Sólo una persona que ha tenido y cuidado a una mascota conoce esos valores y ese nivel de afecto que se genera entre ambos.
Además de estos valores, la prestigiosa revista científica “Pediatrics” publicó un estudio en el que llegó a la conclusión de que los bebés que crecen con la convivencia de un gato o perro en su hogar tienen menos problemas de salud y, por lo tanto, crecen más sanos y fuertes.
En concreto la investigación se centró en 397 niños menores de un año, estudiando cómo afectaban las enfermedades respiratorias a bebés monitorizados desde el embarazo hasta el primer año de vida. Los resultados reflejaron que los bebés que convivían con mascotas se refriaban con menor frecuencia durante el invierno.
Sistema inmunológico
Curiosamente, la razón por la que los niños que crecen con mascotas tienen un mejor sistema inmunológico, es porque las mascotas tienen un mayor contacto con el mundo exterior, trayendo microorganismos a casa. Esas bacterias hacen que se fortalezca el sistema inmunológico del bebé al crear anticuerpos, lo cual hace que crezca más protegido frente a enfermedades e infecciones.
En definitiva, el pequeño que convive con animales se resfría menos y padece menos otitis porque su cuerpo está mejor preparado para hacer frente a estas amenazas.