Stop cólicos
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Los cólicos pueden aparecer desde la primera semana de vida del bebé y se caracterizan por ser episodios en los que el bebé llora desconsoladamente y muestra un malestar general que normalmente desaparece cuando el bebé expulsa los gases.
Es bastante frecuente y común en los recién nacidos, prácticamente un 30% de ellos los sufren en mayor o menor medida.
Realmente aún se desconoce por qué se producen, la comunidad científica aún no se pone de acuerdo en señalar un motivo en concreto, algunos apuntan que se debe a una mala expulsión de los gases, otros a que el sistema digestivo del bebé aún es inmaduro, otros hablan de la intolerancia de la proteína de la leche, otros lo achacan a la inquietud del bebé…Lo cierto es que los cólicos producen una verdadera sensación de desazón e impotencia en madres y madres porque el bebé llora desesperadamente y no hay manera de consolarlo.
¿Cómo saber si mi bebé tiene cólicos?
Para saber si tu bebé tiene cólicos existe lo que se conoce como la regla de los 3 Wessel (profesor de pediatría que describió por primera ver los síntomas de los cólicos lactantes:
- Aparecen antes del tercer mes de vida
- Dura tres o más horas al día (normalmente suele producirse a última hora de la tarde, aunque no siempre es así)
- Se prolonga durante tres o más días a la semana
¿Cómo remediarlo?
No significa que atajemos los cólicos definitivamente pero sí que podemos intentar prevenirlos o al menos prevenir su frecuencia e intensidad siguiendo una serie de rutinas todos los días.
Si el bebé toma el pecho, es muy importante cuidar la forma que tiene de coger el pecho durante la toma: el bebé debe abrir bien su boquita, tomar el pecho introduciendo toda la areola de la mama y su nariz debe quedar despejada para que respire sin problemas.
Si toma leche artificial también debemos cuidar la forma en la que se le da el biberón y que éstos sean especialmente diseñados para prevenir cólicos.
Después de cada toma, es necesario que incorporemos al bebé y nos aseguremos de que expulsa todos los gases que pueda tener. Para ello, con la mano ahuecada colocada en su espalda, le daremos ligeros golpecitos firmes para ayudarlo a eructar.
¿Qué hacemos si tiene un cólico?
Ante todo debemos guardar la calma, aunque a veces resulta complicado porque no hay manera de consolar al bebé.
Podemos intentar probar diferentes técnicas para intentar aliviarlo o por lo menos no empeorar la situación:
– No debemos forzarle a comer porque pensemos que lo que le pasa es que tiene hambre, hay que saber diferenciar cuando está sufriendo un cólico (encogimiento de piernas, llanto agudo repentino…)
– Podemos mecerle en nuestros brazos colocándole boca abajo para ayudar a aliviarle y que pueda expulsar algún gas.
– Mantener rutinas y no hacer cambios de dietas (cambiar de leche de fórmula, por ejemplo) para ello hay que preguntar primero al pediatra.
– No recurrir a tratamientos homeopáticos o infusiones sin consultar previamente con su pediatra.
– Intentar mantener al bebé en un ambiente relajado, con una temperatura idónea y luz tenue para tratar de calmarle.
– Mecerle de manera rítmica en el carro o cuna, esos movimientos le pueden ayudar a expulsar los gases y relajarse.
– Ofrecerle el chupete puede ayudar a calmarle, al llorar aumenta coge aire sin querer, aumentando sus gases y empeorando la situación.
– Bañar al bebé con agua tibia le relajará y le hará sentir una mayor sensación de bienestar.
– Cuando esté más calmado, podemos darle masajes en la tripa para aliviarle. Lo podemos tomar como una rutina diaria después del baño, aunque no se haya encontrado molesto, precisamente para prevenir los cólicos. Podemos utilizar aceite de almendras, por ejemplo, para realizar este tipo de masajes.
Aquí tenéis algunos los que resultan más beneficiosos para tratar de prevenir o aliviar los cólicos del bebé:
