La siesta en bebés y niños

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Es muy conveniente para bebés y niños tener unas horas de descanso al día en las que poder dormir la siesta.

Al principio, los bebés se pasan la mayor parte de las horas del día durmiendo, sin embargo, según vaya creciendo el bebé, sus patrones de sueño se irán modificando, siendo menor el tiempo de descanso para las siestas.

Aunque cada bebé es un mundo, el patrón generalizado de horas destinadas al descanso suele ser el siguiente.

Las siestas son ideales para un buen descanso y desarrollo de los niños, sin embargo es necesario llevar un control y regular siempre que se pueda esas horas de sueño.

Por ejemplo, no es conveniente que la siesta se haga en horas tardías porque ello afectará negativamente al sueño durante la noche. Sin embargo, si se duerme la siesta necesaria en un horario óptimo, ésta resulta positiva para el sueño nocturno, ya que se consigue un sueño reparador en el que el niño realmente descansa.

La importancia de las rutinas

Es necesario crear una rutina de horarios según la edad y necesidades de nuestro bebé o niño. Por ejemplo, influye mucho si nuestro bebé va a la guardería o no, si es así, deberíamos controlar las horas de descanso para que sean suficientes y se encuentre con ánimo y energía para sus actividades diarias.

Es importante hacer ciertos tipos de actividades todos los días que indiquen al niño que es hora de relajarse y dormir la siesta; por ejemplo, después de comer o merendar le podemos ofrecer un biberón y seguir siempre esa misma rutina que le indicará que es hora de descansar.

Podemos seguir estos patrones dependiendo de las siestas que duerma el niño según sea su edad:

1 siesta: a primera hora de la tarde

2 siestas: a media mañana y a primera hora de la tarde

3 siestas: a media mañana, a primera hora de la tarde y temprano por la noche

Observar las señales de cansancio

Si observamos que el bebé o niño muestra señales de cansando es el momento ideal para dormir la siesta, si esperamos a que esté más cansado puede ser perjudicial porque no podrá conciliar el sueño fácilmente y se pondrá nervioso.

Por ello, debemos estar atentos a señales tales como: irritabilidad, falta de interés o ganas por jugar, pide el chupete, bostezos…